UNA CLASE ORAL

Me miras coqueta y te diriges hacia mí. Te sientas a mi lado, me tomas de la mano y en un instante siento tu piel, tan suave, tan ideal. Me sonríes y me atrapas durante toda la clase, no sé qué dice la profesora, sé que me excita el jugueteo de tus manos sobre mi pierna. 

Con atrevimiento te propongo esperarnos en el salón después de clase, para que me concedas el deleite de besarte las piernas y saborear esa sonrisa coqueta que me tiene al borde de la silla desde el primer instante. 

Tu postura despreocupada de que otras personas nos vean, de que la profesora nos diga algo me excita más. Tú eres magnética, voltear a verte me deja perplejo, mi mente vaga entre tantas escenas de ti sobre esta mesa y de ti contra la puerta del salón. 

Te sabes deseada y te encanta. Me aceptas la invitación de quedarnos y vemos salir a todos del salón. Te acercas a la puerta para cerrarla y me invitas a que te acompañe, eres taaan coqueta, taaan descomunal. 

Comenzamos a besarnos, comienzas a tocarme todo el cuerpo y me haces sentir deseado, pones mi mano en tus senos y me invitas a estrujarlos, luego me dejas llegar a tus nalgas y me permites quedarme un rato ahí, sentirlas y reconocer lo suaves y voluptuosas que son. 

Me susurras que juegue contigo y ELA, me das tu balita y colocas mi mano sobre tu vulva. Las vibraciones que provoca en tus labios me moja, me imagino mi pene recorriendo toda tu vulva y mi lengua envolviendo todo tu clítoris y todos tus labios mojados por la excitación. 

Te pongo sobre la mesa y con la mayor sutileza de lujuria te abro las piernas, acomodo tus pantis y veo tu monte de Venus, tus labios llenos de lubricante y tu clítoris excitado. Acercas mi cabeza a tu entrepierna y me dejas saborearte. Te escucho contener tus gemidos, siento cómo aprietas mi cabello y veo tus piernas temblar. 

Te sostengo de los senos y los aprieto más, recorro tu espalda y te empujo de las nalgas hacia mi boca. Tus piernas son tan majestuosas como las vi al entrar a este salón. Recorro más tus labios interiores y me pides que no me mueva de ahí. 

Paso mi lengua al ritmo de tus caderas y me siento sincronizado con tu placer. Siento cómo llevas mi mano de regreso a tus nalgas y las aprietas, me pides más con tu mano sobre mi cabeza y te doy más, ¡todo lo que quieras te doy!

Vuelvo a tu clítoris y me sorprendes con tu éxtasis prolongado y tu clítoris erecto, veo cómo fluye más lubricante por tu vagina y siento las fervientes ganas de penetrarte aquí y ahora, me miras con atrevimiento y me regalas un beso ardiente. Te escucho susurrar a mi oído, mientras sostienes mi pene erecto: “te veo la próxima clase”.  

Por Bea

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