SUBIR Y BAJAR

Tomé el ascensor para dirigirme a la oficina, coincidimos en ese limitado espacio no mayor a dos metros cuadrados. Justo ese día, pensando que te encontraría, me puse mis mallas favoritas, las moradas y traslúcidas, con un short justo que enmarcaba mi cintura, una blusa fresca que daba perfecto escote a mi pecho y mis tenis de botas favoritos; tú con tu favorita y característica playera dark, tus ya usuales pantalones de mezclilla y Converse negros.

Nos saludamos, tú con la mirada fija en los botones del elevador, yo con la mirada fija en ti, imaginando lo que podría pasar en los pocos segundos que tardaríamos en llegar al cuarto piso, sabiendo que arribamos en el segundo, ¿eué puede hacerse en quince segundos?, hay de dos sopas: nada y sólo imaginar lo que pudo pasar o jugar a subir y bajar.

Recorrí tu espalda de abajo hacia arriba suavemente con la palma de mi mano, te sentí estremecer, no estaba segura si te molestaste o deseabas más; continúe hasta tu cuello, para acariciar tu oreja y rozar tu arete, a lo que sólo respondiste con un brusco balanceo de cabeza hacia ese lado, me te detuve, te diste vuelta para mirarme, sonreí pícara, tú hiciste un puchero de molestia.

Acto seguido me tomaste de la cintura, abriste mis piernas y me pusiste contra la pared para después besarme impetuosa y apasionadamente, tu lengua en mi garganta, mi mordida en tu labio, sólo se me ocurrió presionar botones y mantener el ascensor en movimiento, yo veía el subir y bajar, un piso y otro, no quería dejar entrar a nadie e interrumpir este encuentro, mientras me besabas apretabas fuertemente mis piernas como queriendo rasgar mis mallas y deshacerte de mi short.

Bese y bese hasta más no poder, sabíamos que no podíamos continuar por más de treinta segundos, pero creo que pudimos hacer que rindieran una buena sesión de caricias, roces, arrimones y poder darnos un beso con la humedad suficiente para dejarnos con el antojo al filo de una mordida, por último te besé la oreja izquierda. Rápidamente, nos incorporamos, dejamos que el subir y bajar se detuviera.

Salí hacía el sótano, no sin antes voltear y mostrarte que mi lengua logró quedarse con tu arete, te lance una sonrisa disimulada, como esas que tanto me gustan de ti, pero no te dio tiempo de hacer nada, ya que alguien más llamaba al ascensor que subió rápidamente.

No supe si volviste para buscarme o buscar tu arete, si lo intentaste siquiera, o no pudiste porque se te hacía tarde, o porque no quisiste evidenciar lo ocurrido, no sé, sólo espero que no te haga falta, y si quieres con gusto podemos encontrarnos en el ascensor la próxima semana, entonces veremos si te devuelvo tu arete o me quedo con el par.

|