Primavera en mi Piel

La primavera siempre me ha gustado. El aire huele distinto, como a promesas nuevas… como a ganas de florecer. Esa tarde, la luz entraba cálida por la ventana, y el canto de los pájaros me envolvía mientras yo me miraba al espejo, en ropa interior, jugando con la idea de probar algo diferente.

Ahí estaba NICOLE, aún dentro de su bolsa. Pequeña, elegante, de un color morado suave que me hizo pensar en pétalos de lavanda. Era mi primer juguete, y lo había comprado con nervios y emoción, preguntándome si realmente me atrevería a usarlo. Y ahí estaba… deseándolo más de lo que quería admitir.

Lo tomé con cuidado, sintiendo su textura lisa, sutilmente curva, como si estuviera hecha para mí. Encendí el botón y vibró en mi mano, suave al principio, con una promesa que me recorrió la espalda. Respiré hondo. El aire de primavera entró por la ventana, tibio, acariciando mi piel. Me sentí viva. Lista.

Me desnudé lentamente, acariciándome los muslos...

Dejando que mis dedos se deslizaran por mi cuerpo. Toqué mis pechos, sintiendo cómo se endurecían al contacto. Bajé la mano entre mis piernas, ya húmeda, caliente, ansiosa. Me acosté sobre la cama, con una pierna doblada, dejando que el sol me acariciara el vientre mientras pasaba la punta de NICOLE por mis labios inferiores.

El primer contacto me arrancó un suspiro. Su vibración era distinta a todo lo que había sentido antes. Precisa, como un secreto que mi cuerpo entendía al instante. Pasé NICOLE por mi clítoris, rozándolo apenas, jugando con la intensidad. Cerré los ojos. Gemí. El calor crecía lento, envolvente, como la primavera misma deslizándose por mi piel.

Deslicé el vibrador hacia adentro, despacio.

Su punta me llenó poco a poco, buscándome, encontrando justo ese punto que me hizo abrir la boca en un gemido ahogado. Mi zona G se encendió al contacto, vibrando desde adentro. Sentí cómo mis músculos se tensaban alrededor de NICOLE, como si mi cuerpo lo reclamara.

Aumenté la velocidad. Las ondas de placer me hacían arquear la espalda. Mis dedos se movían en mi clítoris mientras NICOLE entraba y salía, vibrando, acariciándome por dentro como si me conociera de toda la vida. Mis caderas se movían al ritmo del deseo, y la humedad me corría por los muslos. Nunca me había sentido tan conectada conmigo.

El orgasmo vino cálido, tierno, como una flor abriéndose al sol. Mi cuerpo tembló, mis gemidos se fundieron con el canto de los pájaros afuera. Era yo, descubriéndome, floreciendo en placer, dejando que la primavera se quedara en mi piel.

Cuando solté a NICOLE, mi pecho subía y bajaba al ritmo de la satisfacción. Sonreí. Ahora sabía que no era solo un juguete… era el inicio de algo nuevo. Y yo, como la primavera, apenas comenzaba a despertar.

|