MANIFIESTO DE EROS

Y ahora mis párpados cansados son testigos de una noche protagonizada por estruendos silenciosos,
manos aferradas a pieles ajenas,
Desastres organizados y deseos varios:
Profundos;
y profundos los besos que no cesaban como olas en un mar tormentoso.

Qué deleite ver la danza interna de tus impulsos nerviosos, incontrolables, compartidos, espejo de los míos.

Fluimos como agua sobre el río
Dos cuerpos unidos; perdidos en el vacío; en el silencio que rompíamos con cada gemido.

Y fuí sometido.
Dominado por tus extremidades, comido, perpetuando ese erótico canibalismo quedándome hundido, vencido ante tus trucos.

Fuí poseído.
Maldito.
Maldita.
Ahora mis manos se tensan cuando recuerdan las texturas de tus piernas, me desobedecen, me desobedecen mis huesos y mis dedos: escribiendo en este papel el manifiesto de Eros.
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