SQUIRT EN EL TRABAJO

Me encanta masturbarme en el trabajo, me excita tanto la adrenalina de mi respiración agitada y el silencio, cualquier jadeo o gemido un poco más fuerte y todos se darán cuenta. Al principio no necesito mis manos, con tan solo abrir muy poco las piernas y hacerme el pantalón cada vez más arriba, comienzo a mojarme, muevo mis caderas en círculos lentamente para sentir el delicioso roce de la tela contra mi clítoris…

Únicamente pensar que me pueden descubrir o que alguien me mira y no dice nada me prende tanto.

Conforme lo hacía me imaginaba desnudándome frente a alguien a quien le pusiera la polla durísima, pensaba en el tacto de sus manos contra mi culo y su lengua, lamiéndome y succionándome los pezones, mientras más imaginaba más se abochornaba el ambiente y pequeños gemidos querían salir de mi boca.

De reojo giraba el cuello para ver si nadie me miraba, pero afortunadamente todos estaban en sus propios asuntos, sin darme cuenta una mano ya estaba debajo de mi seno, apretándome ligeramente el pezón, y con cada pellizco una corriente eléctrica se sentía en mi clítoris y continuaba en mis labios menores ya lubricados, podía sentir esa consistencia pegajosa y húmeda ya en mis pantis.

Con mi otra mano delicadamente hacía círculos alrededor de mi clítoris, porque estaba demasiado erecto para tocarlo directamente, estaba tan empapada que se escuchaba el sonido de mis fluidos vaginales, sentía como se iban escurriendo y se iban absorbiendo en mi ropa.

Yo ya estaba dominada por el placer, abrí mis piernas como reflejo automático y con dos dedos necesitaba penetrarme, ¡oh dios mío! Se sentía tan delicioso, comencé a mover mi pelvis hacia adelante empujando cada vez más mi mano hacia adentro, me seguía penetrando yo misma y cada vez iba más y más rápido, noté cómo uno de mis compañeros, de lejos me veía de reojo y pude percibir cómo se estaba tocando, eso solamente terminó por excitarme aún más.

Nuestros ojos se encontraron fijamente y abrí mi boca inconscientemente.

Era imposible parar mi squirt, parecía que me había meado encima, estaba llegando al orgasmo más delicioso que había tenido en una sesión de masturbación, ¡oh por dios, me estaba corriendo en mi silla de trabajo! No pude evitar tensar mis pies y mis ojos se pusieron en blanco, cegada por el clímax olvidé por completo dónde estaba y me dejé llevar por aquella sensación, al terminar, con la cara colorada y la respiración maratónica, pude que mi compañero se levantaba para ir al baño, nadie más me había visto, o al menos eso esperaba yo.

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