EL VIAJE DE LAS 4:20

Me gusta ver cómo sus labios se juntan y el humo fluye entre ellos, cómo sus dedos se posan cariñosos entre la hierba seca y a cada bocanada de aire su rostro se va desfigurando a texturas más delicadas. 

La veo tan cerca, tan lejos, su cabello se siente más fino, su boca más cálida y su piel más profunda. Un beso de ella es más armónico, siento cada centímetro de sus labios, mi lengua navega cada ola de su boca. 

Cierro los ojos en este viaje a las profundidades de su cuerpo y la veo majestuosa. Ante mi mortalidad ella es Afrodita. Fumo más para sostener esta realidad y ella me mira con invitación a su regazo. 

Me toma de los testiculos y me acerca a su boca, le concedo la autoridad sobre mi cuerpo y me conquista a cada beso. Me invita a su vulva, a su sentido del placer. BACI me acompaña a acariciar cada punto de su clítoris, de sus labios, de su vagina. 

Y como si fuera deseara tocar la luna, ella se extiende hacia el cielo y deja al descubierto sus senos al frente. Me grita, me pide tocarla, me sorprende, me toma del cabello, me gime y me besa. 

Sofoco embriaguez de goce, su viaje de arrobo. Sus dedos envuelven de nuevo el porro y su nube de hierba quemada que envuelve mi rostro y mis labios, son una invitación a un nuevo viaje al edén de orgamos coloridos, sensibles y múltiples. 

Su mirada sabe la locura que se asoma a continuación y me sonríe. ¡Viajemos de nuevo, Cariño!

Por Bea

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