AROMA A COCO

Llegas de la calle y me encuentras en la cama, leyendo.

Echada boca abajo, con el camisón ligeramente subido sobre mis nalgas. Se mira que mis bragas se han metido en la hendidura de mi culo, lo que hace ver mi vulva abultada, bajo la presión del tirón. Mis piernas ligeramente abiertas, las mezo. Acostumbro leer colocando la punta del dedo gordo del pie, apoyado en la cama, haciendo una especie de zic-zac.

Entraste callado a la habitación y te quedaste mirándome sin decir nada, recorriste la cama para verme desde todos los ángulos, decidiendo si comer o dejarme pasar, viste cómo se meneaba ligeramente mi culo con el movimiento de los pies y sonríes de forma pícara.

Así qué decides poner tu saliva en tres de tus dedos y los acercas. Metes la mano entre mis piernas y llegas al bulto que es mi vulva y untas en ella tu tibia saliva y con la otra mano, sueltas un manotazo en la nalga derecha. Te quedas mirando cómo se tiñe ligeramente de rosa y cómo se mueve un poquito la carne de mi trasero.

Al mismo tiempo que volteas a ver mi cara, cuando he girado la cabeza para mirar lo que me haces.

Mi coño se contrajo. La humedad, el toque de tus dedos y la nalgada me han provocado deseo. Ahora tú vienes a poner un chispazo para que el fuego se encienda. Me miras y sonríes, vuelves a meter tu mano entre mis piernas, pero ahora no llegas al coño, te quedas jugando en la parte interna de las piernas, pasas un dedo o dos, acariciando y jugando, me tiras un juguito de tu saliva en la corva de las rodillas y tomas mi tobillo para que mi pierna se flexione y la baba se mezcle entre ambas partes de la pierna.

Ahora posas la mirada de nuevo en mi trasero. Y subes completamente el camisón para poder mirar mis nalgas a plenitud, con ambas manos las acaricias despacio y pasas la lengua en el borde. Posas ambas manos, una en cada nalga y con los pulgares casi metidos en el centro, abres las nalgas para descubrir las bragas que se meten más en el medio. Así que tomas las bragas por la parte superior y tiras más fuerte, eso hace que mi coño sienta más presión y se hinche más. Y te quedas mirando todo eso, jalas y miras cómo se nota el bulto de mi sexo.

Te gusta verlo así, ansioso por ser descubierto y devorado. Entonces te acomodas entre mis piernas con la cara mirando todo ese espectáculo, tiras de la braga hacia arriba y contemplas cómo se ve toda esa parte de mi cuerpo clavado por la tela y la vulva muy apretada, mis bragas están mojadas de tu saliva y de la humedad que has provocado, me miras el culo como si no hubiera otra cosa más linda; abres las nalgas y pasas la lengua en la hendidura, por sobre las bragas, y te fascina cómo huele todo, no sabes si te embriaga más el olor o el sabor de mi coño.

El olor a coco es cada vez más intenso, mordisqueas mis nalgas, lames, chupas, haces marcas sobre ellas, nalgueas y las acaricias, como si le quisieras dar forma al color rojo que tienen ya, piensas sin hablar, "este culo es mío, es sólo para mí" y escupes en el medio y cierras las nalgas, para frotarlas, una contra la otra.

La baba se escurre a mi coño, todo lo estás mirando, como si no hubiese mejor paisaje, mi coño abultado pide a gritos ser comido y tú, disfrutas sólo frotándolo con el pulgar, círculos ligeros, sin presión, te quedas mirando cuando hago círculos con la cadera y vuelves a frotar, de arriba y abajo, se te sale un "¡goza!".

Y a mí, se me sale un gemido muy fuerte, estoy disfrutando todo, quiero darte indicaciones, pero me contengo porque me gusta todo lo que me haces, al ritmo que lo haces y cómo lo haces. Es como si ya me tuvieras muy bien estudiada, sabes cómo y dónde tocar, con qué frecuencia hacerlo y en qué momento parar para hacer más grande la excitación.

Entonces metes un dedo en la hendidura, y con él, haces a un lado la braga, y lo primero que ves, es el agujero, y disparas una escupida, y sigues jalando hacia un lado, y al llegar a la vulva, cuesta un poco más de trabajo, porque ya está muy hinchada y la braga no suelta. Hasta que ves el brinco de uno de los labios salir de la braga y aprovechas para darle un lengüetazo, y sigues tirando de la braga hasta que sale toda la vulva y te vas de lleno con toda tu boca a comer. Primero una lengua plana, da brochazos de arriba a abajo. Después los dientes se clavan en los labios y dan buenos mordiscos para seguir con la lengua y acallar el dolor.

Escuchas mis gemidos, te digo "así, así", entre ratos no puedo evitar mover el trasero, y me nalgueas para que me esté quieta.

"¡Quieta!". Y yo, respondo: "¡sigue!"

Pasas el pulgar en mi concha y te traes en la yema un hilo de baba, la saboreas, y dices: "¡qué rico!" Y comes, una y otra vez, al coño; mi culo se mueve de forma frenética, me nalgueas y sigues comiendo, y entre gemidos se escucha ¡qué rico la comes!

Metes la lengua lo más profundo que puedes, estás tan dentro de mí, que siento tu nariz en mi trasero, en mi cabeza hay una imagen de una persona que en la medida que me va comiendo, se va haciendo chiquita y se me va metiendo por el coño a todo el cuerpo, me posees totalmente por dentro y comiéndome por fuera.

No puedo más mi amor, esto es una locura, mi culo se mueve de forma frenética, tú chupas, muerdes, abres las nalgas, me tienes en el éxtasis y exploto, con una lluvia en tu cara y no te quitas, te quedas ahí para beber un poco, para oler, para disfrutar del agua a presión en tu cara, tu cara empapada de saliva y agua de vulva. Entonces, te levantas, me quitas la braga por completo y me volteas, de frente a ti, vas a mi boca y me besas y me dices al oído "¿vamos por más olor a coco?".

Yo, sonrío.

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